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ESTILOS

Se dignos no es cuestión de un día

La más  cercana y sincera lección de dignidad la recibí de mi padre. Fue un hombre humilde que siempre nos enseñó por encima de todo a mantener el mentón en alto y a actuar en la vida de forma honesta y limpia, sin tener que lamentar la pérdida del honor.

Mi progenitor fue extraordinario,  trabajó toda su vida desde la madrugada hasta la noche, y con su ejemplo nos guió para que ganáramos el pan de forma honrada y que lo material que obtuviéramos no fuera a costa de tranzar  en nuestros principios y creencias. Esa en la niñez fue la primera escuela.

Ser dignos no es cosa de un día, pienso, es más que eso, es cuestión de ir por el mundo y enfrentar tiempos buenos y malos, pero siempre con la óptica de actuar acorde a tus ideas, tampoco de no bajar la cabeza, sino de hacerlo contadas veces y cuando la situación lo merece, y nunca que conlleve a un estado en el que jamás puedas levantarla, por tanto mantener tu libertad y autonomía es algo definitorio.

Es importante que el ser humano sea capaz de determinar por sí mismo cuál es su destino, sin que nadie, ni nada marquen con una esclavitud preconcebida cómo debes actuar.

Por eso preocupa en el contexto actual cómo algunas  personas se dejan subyugar por el dinero y por los intereses materiales,  y hasta son capaces de abandonar sus ideas de toda la vida por unos cuantos pesos.

Rinden ritual a las prebendas  y son capaces  hasta de comprometer su capacidad para ser libres y para expresar lo que piensan.

Ser dignos es ir por el mundo con la frente alta y es bastante desmoralizador el hecho de que la integridad y la moral se resquebrajen y se trastoque por unas piezas de ropa de marcas, unos equipos electrónicos de última generación, o sencillamente una gorda cuenta bancaria, que a su entender,  los ubica por encima de los demás de su especie.

Poder pagar en restaurantes por divisa, comprar cosas que la mayoría de los cubanos no podemos llegarle por el precio y darse otros gustos sofisticados, no es sinónimo necesariamente de superioridad.

Se puede ser robot de muchas formas, pensar y actuar solo cuando hay intereses por el medio o cuando el beneficio es predecible es una forma de serlo.

Solo responden a ¨Don Dinero, el poderoso caballero¨ , como decía  el escritor español  Francisco de Quevedo         , sino  nada vale, incluso los valores humanos adyacentes sobran y el ¨verde, el rojo o el amarillo¨ son el centro de su vida.

La dignidad lleva implícita no solo la libertad para actuar, también la inteligencia y la voluntad, que son facultades que el ser humano debe cultivar y  dominar para comportarse dentro de la sociedad con un respeto sin límites por sus semejantes, y que les permita vivir en la paz, pero a la vez ganarse la consideración de sus congéneres.

Soy de las que piensa que un hombre puede equivocarse y a la vez ser digno; erramos diariamente, pero tenemos que tener la capacidad para reaccionar, si no lo hacemos entonces sí corremos peligro.

Es bastante difícil hablar de dignidad, al menos si tenemos el principio de que a todas las personas hay que darles el derecho de ser dignos, así como son; no obstante ese concepto globalizador de que cada quien puede elegir qué ser es bastante cuestionante, porque al menos cada quien tiene que ganarse el que los demás lo acepten.

Si no se tienen principios y no se sabe valorar los conceptos de amistad,  familia,  laboriosidad, humanidad y amor, entre otros elementales,  cómo entonces los que te rodean te van a regodear con derechos. Cada cual se gana lo que merece, o al menos esa es la regla general. Una cosa es reconocer las diferencias y darle la libertad a los individuos para pensar, crear y ser seres únicos e irrepetibles y otra bien contraria es pensar que todos somos dignos.

Por otra parte el falso concepto de superioridad puede llevar a una superdignidad y a que las personas se piensen con privilegios, con esto hay que tener cuidado porque los hay por ahí con un orgullo propio desmedido y como decía Aristóteles:  ¨La dignidad no consiste en nuestros honores,  sino en el reconocimiento de merecer lo que tenemos¨.

A pesar de ser una disposición humana por disposición genética, los cubanos heredamos un sentido muy especial de lo que es dignidad, eso lo adquirimos no solo de nuestros progenitores, sino de la historia del país, de actitudes como de de Maceo, en el pacto de Zanjón y de Mariana Grajales ante la muerte de sus hijos.

Esas mismas memorias son las que nos hacen abogar en la sociedad actual por conductas que nos hagan más libres e independientes, no esclavos de las cosas materiales y del dinero.

 

 

 

 

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