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ESTILOS

De lo que somos capaces

Quedarse sin nada, sin techo, sin ropas, zapatos; amanecer un día y ver que todo lo que poseías se lo llevó el viento, debe ser difícil.

Mirar a tu alrededor y apreciar cuánto ha cambiado el ambiente, que las matas de limón y mandarina del patio sólo son recuerdo, que toda o casi toda la arboleda yace inerte en el piso, debe ser difícil.

Enterarte por los medios de prensa que igual que tú hay miles de personas, que la ración de ciclones se duplicó y que ya los afectados no son sólo Pinar del Río y la Isla de la Juventud, sino muchas provincias del país y por tanto más los necesitados, debe ser difícil.

Pasan los días, y aunque ya tienes una facilidad temporal para vivir de forma provisional, saber que los productos del agro, los huevos y otros alimentos escasean, debe ser difícil.

Por estas situaciones, e incluso peores, han pasado muchos pinareños después de que la provincia fuera azotada por dos huracanes en menos de 10 días; sin embargo detrás del dolor por las pérdidas no ha habido pesimismo.
Por nuestro trabajo hemos viajado a disímiles lugares de los más dañados por Gustav e Ike en estos días, las historias son muchas; personas que han llorado la destrucción de sus viviendas, otras que detrás de las inundaciones de Ike sólo han recogido los restos de lo que un día fueron sus pertenencias, no obstante en sus rostros y en sus palabras siempre encontramos un hálito de esperanza.

La mayoría de la gente con la que conversamos mostró optimismo, y ese mismo estado de ánimo es el que ha caracterizado a la población en sentido general.

Lógico que siempre habrá algún “pájaro de mal agüero” que quiera exaltar lo malo, realzar lo imposible y que no quiera ver el lado bueno de las cosas que hace el Estado y el pueblo para recuperarnos.

Pero lo que predomina es el espíritu de luchar y sobre todo de trabajar, de seguir adelante como hasta ahora, cada cual buscando soluciones que amainen los problemas. No hay caos, no hay pánico, sólo mucha paciencia y confianza en que las dificultades tendrán una respuesta paulatina. Por eso el propósito de este trabajo es reconocer no a nadie en particular, sino a un todo, el pueblo pinareño, por su valor.

 

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