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ESTILOS

Ser solidarios es mucho más

 

Los ejemplos positivos llenan este universo de patrones para imitar; el ensalzar lo bueno es una forma de estimularlo y a la vez de despertar conciencias dormidas o apáticas, y más cuando estos hechos son demostraciones de solidaridad entre los seres humanos.

Mucho hemos  hablado en este semanario de la importancia de que los choferes de la provincia tomen como un deber el parar en los puntos de recogida de pasajeros, siempre y cuando el vehículo que conduzcan tenga capacidad, según lo establece la resolución 435-02 del Ministerio del Transporte.

Incluso este periódico  ha publicado chapas de autos, cuyos conductores de forma reincidente dejan de cumplir con lo establecido por la ley. Áspera y pesada a veces se vuelve la labor de los inspectores de transporte, quienes no solo deben cobrar el pasaje, sino informar quienes incurren en violaciones.

Muchos conductores aprecian este deber como una obligación impuesta, sin embargo esta redactora en días pasados fue testigo de cómo un chofer se detuvo en la parada  de ómnibus del reparto Hermanos Cruz, un domingo por la mañana, sin la presencia de inspectores(amarillos), y con mucha educación invitó a un anciano y a una  mujer a subir al auto.

Al llegar al destino y recibir el agradecimiento de los viajeros recogidos, el conductor respondió que el gusto había sido de él por tener la compañía de ellos.

El chofer del carro en cuestión, un lada de color rojo, perteneciente a la Empresa Cárnica, cuya chapa si mal no recordamos era PSB 315, merece ser reconocido, lástima que en el apuro no se nos ocurrió averiguar su nombre; no obstante, de forma anónima vale el reconocimiento.

La actitud  de este hombre es una de las diferentes formas de solidaridad humana, un valor al que se le da mucha importancia en nuestra sociedad y por el que se distingue Cuba en el ámbito mundial.

Dar o compartir lo poco que tenemos, condolernos del que está a nuestro lado sin aquilatar cuánto nos quedará después  de la dádiva, son características que dejan boquiabiertos a los foráneos.

Ellos no pueden comprender cómo personas que tenemos tan poco desde el punto de vista material, poseemos un arsenal pródigo en lo espiritual, sobre todo en un universo marcado por el egoísmo y la desigualdad y en el que priman los antivalores como un estandarte.

La poetisa nicaragüense Gioconda Belli se refería a que la solidaridad es la ternura de los pueblos, frase muy elocuente si se tiene en cuenta las múltiples de manifestaciones de apoyo, ayuda y unión de Cuba con respecto a muchos países en el mundo, sobre todo cuando estos últimos han sido víctimas de algún infortunio.

En lo particular, preferimos la palabra solidaridad, antes de la caridad, esta última se ejerce desde arriba y contiene una dosis de superioridad, no inherente al primer léxico que incluye un respeto por las personas a las que servimos; esa es la cuestión.

Una persona decidida a ser solidaria con otra tiene entre sus principios el servir al bien común y eso habla muy bien de cualquiera que practique estos actos.

No debemos circunscribir este valor a la ayuda o los servicios que podamos prestar en un lugar intrincado de la Isla o en cualquier nación que lo necesite, sino tenemos que extender los gestos solidarios a todas las esferas de la vida, incluso a los más simples o sencillos.

No esperar porque al que le extendamos una mano sea el anciano, al niños, al enfermo, que de hecho lo necesitan, sino a cualquiera que esté a nuestro lado, a nuestro igual desde el punto de vista genérico o social. A ese compañero de trabajo, a esa persona que viaja con nosotros en la guagua, a esos que esperan durante tiempo en las paradas por un medio de transporte, o en nuestra propia oficina porque le firmemos un papel… eso y más significa ser solidario.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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