¿Pluripartidismo es democracia?
¿Es el pluripartidismo sinónimo de democracia? ¿Es posible que Cuba sea democrática con un solo Partido?
Son preguntas que escuché hace unos días de un magistral conferencista ante un auditorio mayoritariamente de estudiantes, y por supuesto tales interrogantes los hizo reflexionar.
No es un secreto para nadie que el tema de la democracia en Cuba es bastante polemizado en el mundo, pero para entender porqué los cubanos defendemos nuestro sistema político y por ende el electoral, y lo declaramos limpio y transparente, debemos ir a los orígenes.
El término democracia proviene del griego y se basa en que el pueblo tiene una participación activa en el Gobierno, y de ahí la pregunta: ¿intervienen los cubanos de forma dinámica y viva?
Primero debemos aclarar que una de las críticas de los enemigos contra nuestro país es la existencia de un único Partido y por tanto lo consideran una limitante para sus modelos de democracia representativa.
Pero nosotros tenemos nuestro propio patrón, no hay que copiarlo de nadie, tal vez muchas personas en el mundo desconozcan que en Cuba no es el Partido quien elige a sus representantes, sino el pueblo el que propone y nomina de forma libre y democrática a sus candidatos.
Las personas no se ven comprometidas con uno u otro de los nominados, sino que tienen el derecho de ejercer su voto directo y secreto, y lo hacen por aquel o aquella que más se destaque -a criterio muy personal- por sus valores sociales y morales. Por eso es que nuestras asambleas municipales, provinciales y nacional tienen una representación de todo el pueblo.
Algo insólito, por ser único, es que una vez elegidos los delegados pueden ser revocados en cualquier momento del mandato por aquellos mismos que lo eligieron, y lo más importante es que el pueblo participa con ellos en la toma de las más trascendentales decisiones, porque el poder se ejerce desde los barrios en las circunscripciones hasta la Asamblea Nacional.
Es decir que las leyes que afectan a la población se discuten desde los mismos barrios y centros de trabajo, por supuesto antes de que el parlamento las analice y las apruebe; por tanto pensamos que la máxima aspiración de la democracia se da en el hecho de que quien dispone y dictamina es el propio pueblo cubano.
Si hacemos un bosquejo por nuestro sistema electoral y lo comparamos con el de otros países, incluso con el que existía en Cuba antes de 1959, encontraremos peculiaridades en el actual que ayudan a las personas a ejercer el voto, porque es un objetivo del país que todos los ciudadanos a partir de los 16 años acudan a las urnas.
En estos días los vecinos de todos los barrios cubanos pudimos revisar el registro de electores, nadie tuvo que ir a inscribirse porque, de forma automática, universal y pública, al llegar a la edad requerida somos herederos del derecho a votar.
Los colegios electorales están en las cercanías de nuestras casas y sólo tenemos el deber de presentar el carné de identidad a la hora de ejercer el sufragio. A ello se une que los candidatos a delegados no pueden hacer campañas a su favor, sólo la foto y la biografía de todos. En una sola palabra no hay competencia ni rivalidad entre ellos.
De esta forma limpia y diáfana cada cual puede leer la historia de vida de los candidatos y decidirse por el mejor.
Una maestra guanera que entrevistamos hace unos días nos exponía en sus testimonios cómo las elecciones antiguas la asustaban, las urnas eran custodiadas por el ejército, y se convertían de hecho en algo que atemorizaba a niños y adultos.
Este domingo próximo acudimos a las urnas a votar por el candidato de nuestra preferencia, ese que mejor nos representará, pero también asistimos para dar un sí por la Patria y la Revolución, porque es la forma de defender nuestro modelo de democracia, ese que tanto nos critican, pero que nos permite gobernar desde la base y materializar el verdadero ejercicio del poder.
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Rogelio Barrera -