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ESTILOS

Ponle corazón a lo que haces

Sólo el amor engendra la maravilla, reza una canción de Silvio Rodríguez y que si no se hace parte de nuestro andar en la vida, muy pocas cosas nos saldrán bien y por supuesto a ninguna de las acciones que hagamos le daremos su justo valor.
El apego por nuestro oficio u ocupación, más que una obligación, es una ventura. Es verdad que no todas las personas han aprovechado la oportunidad o han tenido las facilidades para escoger qué harán para ganarse con honradez su pan y el de su familia, pero una vez sentado el camino se hace necesario no un granito, sino un buen puñado de devoción por lo que uno hace.

El andar cotidiano nos hace encontrar muchos ejemplos positivos en este sentido, y eso nos reconforta; como es el caso de Heidy, una dependiente de la heladería Coppelia, quien con su cordialidad, el buen trato al usuario y su carácter diáfano hace que el cliente olvide algunas imperfecciones de orden material y se sienta a gusto con sus servicios.

Asimismo sucede con un dependiente de la tienda Panamericana de esta ciudad, Ferrito, le dicen. Ojalá cada vez que vayamos a comprar algún artículo o a necesitar de una asistencia o beneficios encontremos a personas, que como él, disfruten tanto con servir a sus clientes.

Será entonces cuando empiece a hacerse realidad la protección al consumidor, de la que tanto hablamos, y que a veces se queda en un panfleto o una tablilla con fotos de los responsables de esta actividad en cada unidad.

Apreciamos este amor por su oficio en muchas personas, como es el caso de Pedro Aragón, barrendero, que se gana que los vecinos del reparto Villamil donde él labora le hagan diplomas y lo reconozcan en las asambleas de rendición de cuenta del delegado. Este hombre realiza su tarea con mucha eficiencia.

El reverso de la moneda son aquellos que tienen desamor o falta de interés en sus puestos de trabajo, y las muestras fehacientes las vemos asociadas a todas las esferas de la sociedad; desde el maestro que le grita a sus alumnos oprobios o no cumple con el proceso de enseñanza, que por supuesto presupone el aprendizaje; hasta el médico que atiende -o desatiende- a su paciente , porque ni siquiera lo escucha cuando le refiere su dolencia.

La secretaria que siempre aduce que su jefe está reunido, el portero que se comporta como un déspota, el funcionario público que "pelotea" a la población, el abogado que no asume con responsabilidad su papel defensor, el estomatólogo chapucero, el periodista que no es fiel a la verdad...Miles pudieran ser los ejemplos, en realidad ninguna profesión está exenta de estos patrones negativos.

Asumir con esmero la tarea diaria es una cuestión de honor; pensar lo bien que nos sentiremos cuando la mayoría hagamos de nuestra labor un compromiso y mucho más, la realicemos con afición, es fortificante. Recordemos que José Martí dijo que la única fuerza y la única verdad que hay en esta vida es el amor, pues con este sentimiento debemos afrontar la parte creadora y útil de nuestra existencia.

1 comentario

Tomas Cruz -

Saludos Profe;

Este articulo suyo lo he leido varias veces, e incluso lo he enviado a amigos mios de todo el mundo como ejemplo para que vean que en Cuba si hay una prensa que lucha en contra de lo mal hecho, Usted es un ejemplo de ello!
Ahora bien...les brindan a ustedes, los periodistas, todos los medios para ganar esa lucha diaria contra los errores civiles, politicos y administrativos que ocurren en nuestra ciudad y en todo el pais??
- esa es la pregunta del millon-