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ESTILOS

Acicate para nuevas luchas

Acicate para nuevas luchas

Los jóvenes se parecen a su tiempo, no a sus padres. Ese es un precepto al que no acabamos de adaptarnos y cada día pretendemos, a la hora de juzgarlos y de analizarlos, que actúen y piensen como nosotros, que sean una proyección al espejo de la imagen que vemos cada mañana.

Es una necesidad histórica que las personas cambien, esta es precisamente una ley que rige el desarrollo y por tanto nuestros hijos tienen una forma de pensar y proyectarse acorde a la dinámica de la vida que les correspondió vivir.

Comienza 2010 y cada uno de esos rostros frescos y lozanos encierra retos, perspectivas e intereses, tal vez muy diferentes a los que de forma esquemática quisiéramos para ellos, sin embargo el desafío no debe ser cambiar su posición frente al mundo, sus puntos de vista, ni sus aspiraciones, sino de forma inteligente aprovechar sus potencialidades e impregnar en ellos lo positivo e irremplazable de las generaciones anteriores.

No olvidar nunca que los adolescentes y jóvenes de hoy nacieron en un universo donde prima el fuego incesante de las ideas y perspectivas capitalistas, que como traicionero espejismo se desdobla ante ellos como la mejor opción, es por ello que sin falsos "teques" hay que aprovechar todos los mecanismos y herramientas que tenemos a la mano y traer la historia de nuestros padres y abuelos, que ellos la perciben lejana, para que la puedan palpar y sentir como suya.

El dolor de la marginación, la explotación, el desempleo, la incultura... y otros males del pasado no deben ser sólo un fantasma que se pasea por los corredores universitarios y de las aulas de los preuniversitarios, sino un testimonio que hable, grite y llore lo que sufrió el pueblo cubano durante siglos de colonización y neocolonización.

Dos preguntas se abren paso en esta polémica, una, qué hacer para lograr educar o encaminar a las nuevas generaciones, otra, qué quieren nuestros jóvenes.

La primera es muy fácil responderla en algunas líneas y por supuesto no es responsabilidad de alguien en lo individual, sino de todos, ese pronombre indefinido, que a veces cae en tierra de nadie, pero que debemos hacer lo posible por hacerlo nuestro.

La educación de los más jóvenes de la casa empieza por los padres, abarcamos la familia de forma general, pero a ella deben contribuir todos los factores de la sociedad; no pensemos ni siquiera por un momento que los maestros pueden solos con esa carga, y más cuando hay una buena cantidad de ellos que también está en la edad juvenil.

Lo que hay que hacer y enseñar está claro, el cómo es lo que se puede convertir en un alud si no se selecciona la mejor manera. Los muchachos y muchachas cubanos no están faltos de retóricas, más bien de ejemplos concretos en los que ellos puedan tocar y pulsar la justicia del sistema en el que nacieron y lo injusto que hay detrás del canto de las sirenas.

La comparación con otras realidades es la mejor maqueta. Hace sólo unos días un amigo nos comentaba la realidad que pudo apreciar en un país latinoamericano al que visitó por intereses profesionales, sobre todo venía impresionado por la situación de desamparo de la infancia y de las mujeres. Esas son páginas ilustradoras que podemos agotar.

Nuestros jóvenes quieren muchas cosas, la primera que se les escuche, que se les tenga en cuenta y se han educado en un conjunto de virtudes y valores como el patriotismo, la laboriosidad, el internacionalismo y la responsabilidad, que hay que fomentar aún más desde las actividades dirigidas a ellos, las cuales deben desvestirse del traje almidonado y rígido que suelen tener y ganar en frescura y espontaneidad y por supuesto parecerse más a ellos y menos a nosotros.

A la prensa, como se abordó en un encuentro reciente entre colegas, le corresponde abordar de forma intencional temas complejos como el robo de cerebros y la conciencia patriótica, las migraciones humanas, la marginalidad y la influencia de la globalización en las nuevas generaciones de cubanos, entre otros. Todos ellos tratados con estilos y enfoques acordes a los nuevos tiempos y sus contextos.

Por ahora nos agrada saber que entre jóvenes entrevistados por una periodista de este semanario en ocasión del Primero de Enero, reconocen la fecha no sólo como el advenimiento de un nuevo año, sino como parte de la identidad nacional, de las raíces de este pueblo y de la historia; y para ellos constituye un día en que Cuba se convierte en acicate para las nuevas luchas a afrontar.

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