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ESTILOS

Uniforme sin accesorios

Dos jóvenes transitan por la ciudad y sus ropas bien ajustadas al cuerpo, perfilan de manera fehaciente cada músculo de su morfología. Lo importante es estar a la moda, no importa estar vestidos con sus uniformes escolares.

Esa escena me hizo recordar mis años de estudio en el preuniversitario Antonio Guiteras, cuando es uso del uniforme escolar se exigía con tal ahínco, que incluso ya de pase era imposible que nos quitáramos aunque sea la corbata, ni aun en el portal de nuestra casa. Sabíamos que era  una de las cuestiones que se nos exigía como parte de la disciplina del centro, y bastaba solamente con que un profesor, de ese claustro que cultivó tanto prestigio, nos atisbara en la falta.

En este aspecto durante un período de tiempo hubo bastante flexibilización, y se convirtió de hecho en un problema que este curso de manera enfática se le da seguimiento en los colectivos estudiantiles, y vuelve a ser un tópico para la evaluación de cada estudiante de forma individual.

No obstante aún perdura la falta de concientización por parte de un número reducido del alumnado, sobre todo en la enseñanza media y media superior, y se recaba no solo de la responsabilidad del joven o adolescente, sino de una exigencia permanente de los maestros y consejos de dirección de las escuelas, y muy importante de las familias, estas últimas fundamentales.

Es imposible que adolescentes de la secundaria decidan por ellos mismos cuáles son los arreglos que una costurera debe hacerle a sus camisas y pantalones del uniforme, en esta acción esta la acción consentidora de alguno de los padres quienes realizan o pagan por esta labor. Por eso cuando el tema se toca en las reuniones de padres, cada quien tiene que cargar con la parte de responsabilidad que le toca.

Con los de enseñanza preuniversitaria y politécnica, el trabajo es diferente y depende mucho del compromiso individual que cada uno de ellos logre asumir, con su familia, profesores y compañeros de estudio.

El uniforme escolar, aun cuando algunos lo rechazan, es desde hace más de 40 años en Cuba, un símbolo de nuestra educación, que cumple el propósito no solo de identificar  los diferentes niveles de enseñanza, sino de igualar a los alumnos en las aulas.

Como parte del principio de que todos nuestros niños y jóvenes son iguales y tienen los mismos derechos, y que solo los diferencia el esfuerzo que cada uno de ellos realice para estudiar y cumplir con el reglamento escolar, el uniforme juega un papel especial.

Aún recuerdo una anécdota de un antiguo maestro de hace medio siglo, que ante la disyuntiva de que uno de sus alumnos no tenía zapatos,  el único recurso que encontró para que sus estudiantes se sintieran iguales fue implantar el método de entrar descalzos al aula.

De eso se trata, sabemos que a veces los muchachos crecen de prisa y las camisas y pantalones le quedan cortos, o que hay grados donde no se  les asignan esas prendas, como el noveno, y precisamente es cuando más lo necesitan, pero la solución de forma mancomunada entre familia y escuela debe encontrarse. El sacrificio también sale en este caso, porque hay madres, padres, e incluso estudiantes que todos los días al llegar lo primero que hacen es lavar su camisa o blusa para el día siguiente.

También sabemos que hay estudiantes que visten  muy bien su uniforme en sus escuelas y una vez que salen trasforman su apariencia y se colocan todo tipo de accesorios, y ellos deben conocer que con su proceder no engañan ni remotamente a sus profes, sino a sí mismos, porque se adaptan a simular y mentir.

Mencionar el ejemplo de los profesores y maestros es esencial. En este curso, somos testigos, que se exige mucho en los colectivos que estas figuras insignes de la educación, sean ese espejo en que los alumnos se puedan mirar.

Es inconcebible que un educador pueda exigirle a un estudiante el uso del uniforme de forma correcta, si su vestuario no es sosegado, discreto, fuera de toda extravagancia e inspirador de disciplina y cultura social. Recordemos que José Martí decía que “El maestro es la letra viva”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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